ALEJANDRA MIZRAHI

¿Qué escribe una Randa? ¿Qué teje un texto?



Año: 2021
Escrito por: Alejandra Mizrahi
Ocasión/lugar de publicación: Blog Atarraya



“...un estilo háptico que hace de la narración algo tangible,
y del texto, como diría Roland Barthes, una realidad textil,
un tejido minuciosamente bordado”.



El sentido olvidado, ensayos sobre el tacto
Pablo Maurette


Texto y textil comparten raíz etimológica, ambos términos provienen del verbo latino texere que significa tejer. Tejer un texto o un textil. Los textos pueden analizarse desde sus particularidades sintácticas, semánticas y pragmáticas; los textiles según su composición, construcción o discurso. Ambos análisis podrían aplicarse de forma indiferente. Textos y textiles cuentan historias, construyen sentido y generan un discurso sobre la época y el lugar en el que se producen. La analogía del texto y el textil nos permite comprender al tejido como enunciación, como un decir compuesto de imágenes posibilitadas por una técnica. Podemos identificar una doble capa discursiva, por un lado los motivos que observamos en las piezas terminadas y por otro, las posibilidades que posee cada técnica, particulares de cada hacer. El sentido en los textos-textiles surge de aquella relación.

Tucumán es una provincia con una impronta textil artesanal singular en el norte de Argentina. En el sur de la misma podemos encontrar un grupo de tejedoras que realizan una técnica exquisita que, por su larga data de confección en el mismo territorio, es patrimonio cultural de los tucumanos. La técnica en cuestión es la Randa y a sus hacedoras se las denomina Randeras. La comunidad de Randeras de El Cercado ha puesto en juego esta relación entre escritura textil y textual en la primera muestra de MUMORA -Museo Móvil de la Randa- en el 2020. Autobiografías Randeras fue el nombre que llevó dicha muestra y operó como referente conceptual para realizar las piezas que allí se expusieron.

MUMORA es un proyecto colectivo y conjunto entre la comunidad de Randeras de El Cercado, el Gabinete de Diseño de Indumentaria y Textil de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Tucumán y la Dirección de Acción Cultural del Ente Cultural de Tucumán. La muestra tuvo una instancia virtual en el sitio web del Ente Cultural de Tucumán en abril del año 2020 -https://enteculturaltucuman.gob.ar/mumora/- y luego se materializó en la muestra denominada Randa Testigo -https://eltrajevirtual.cultura.gob.ar/- en el Museo de la Historia del Traje en Buenos Aires, entre diciembre 2020 y marzo 2021. Antes de adentrarme en la muestra propiamente dicha y en el museo móvil, me detendré en comentar brevemente qué es la Randa.

La Randa es un textil de la familia de los encajes a la aguja que se realiza en Tucumán desde hace cinco siglos. Desde su nomenclatura observamos que es una técnica instalada con la colonia en territorio americano. Se observarán técnicas de encaje similares en Brasil -Renda Turca- o en Paraguay -Encaje Ju- bajo otras denominaciones y particularidades a la hora de su confección. Sin embargo, todos ellos tienen la característica de ser tejidos formados por redes o mallas sobre los que observamos diversos dibujos o motivos. Asociamos los encajes a todas aquellas telas abiertas y ornamentadas. Randa ha pasado de ser una denominación genérica en materia de encajes desde el siglo XV en Europa, hasta considerarse una técnica de nombre propio en Tucumán. El tipo de encaje que se realiza hoy en la comuna rural de El Cercado, departamento de Monteros, provincia de Tucumán, presenta especificidades a la hora de la elaboración de la malla, sus motivos y en la denominación de los puntos de bordado que se emplean. El sustantivo Randeras -término propuesto por Amalia Prebisch de Piossek hacia principios del siglo XX- describe a la comunidad de mujeres que realiza esta artesanía tradicional, caracterizándose por poner en juego todas sus herramientas creativas a la hora de realizar los bordados, acuñando a los puntos nombres que responden a su naturaleza circundante.

La bibliografía sobre el tema ronda entre voces locales que se han encargado de rastrear sus raíces etimológicas, como es el caso del historiador monterizo Ottonello, quien rescata textos elaborados en 1948 por la investigadora textil Delia Millán de Palavecino, hasta bibliografía europea especializada en encajes y en indumentaria de liturgia. La investigadora especializada en los textiles patrimoniales de nuestro país, escribió en 1981 un libro denominado Arte del tejido en la Argentina. Allí dedica unas páginas a la Randa Tucumana. Visitó El Cercado para observar la producción de Randas que se hacían allí y fue la Randera Doña Margarita Toledo de Nuñez, abuela de Doña Ana María Toledo, quien proveyó de los valiosos datos que Millán de Palavecino relata en sus textos. Ottonello escribe en el año 2010, el primer libro exclusivamente dedicado a esta labor y a sus protagonistas. En La Randa, una artesanía tucumana, retoma algunas definiciones de Millán de Palavecino, ampliando la investigación con datos y testimonios desde el mismísimo Monteros. Allí el autor insiste en la amenaza de la pérdida de esta artesanía y homenajea a quien considera “La decana de la randa”, Doña Ana María Toledo, testimonio vivo descendiente de una estirpe de Randeras de El Cercado.

La pérdida de esta artesanía, la cada vez menor cantidad de mujeres realizando esta labor, la caída en desuso de las tipologías realizadas y la escasa comercialización, entre otras cuestiones, rondan en aquel texto de Otonello y dan vueltas en el imaginario social, promulgando la necesidad de recuperación, salvaguarda y patrimonialización de esta perviviente y fina labor. La Randa ha tenido vaivenes en el territorio tucumano, pero la verdad, es que nunca se dejó de hacer, o al menos eso se constata en diversos documentos, en los relatos de sus autoras y también podemos observarlo a través de la presencia del patrimonio textil de diversos museos. Desde el siglo XVI cuando llega a nuestro territorio y era considerada una actividad recreativa y de “distracción para señoras”, hasta la etapa actual de difusión, promoción y patrimonialización, este textil artesanal no deja de sorprendernos en su potencial discursivo. A lo largo de la historia podemos observar ciertos hechos que la hicieron mutar, asociados al empoderamiento de una comunidad de mujeres que construye su identidad a partir de esta labor.

Al tejer, las Randeras construyen su identidad, vivencian una manera de habitar el mundo, dialogan con su genealogía y delimitan modos de hacer que persisten. En el arte popular se suelen omitir nombres y apellidos. Artesanas y artesanos quedan invisibilizados detrás de sus obras, escondidos en una falsa ausencia de autoría. Esto -que no sucede en otros campos del arte- impacta profundamente en la valoración de las artesanías. Es por ello que MUMORA, y en este caso Autobiografías Randeras, busca reivindicar a las Randeras, que al tejer dan vida a la cultura de su comunidad.

Ahora bien, podemos decir entonces que hay una escritura textil de cada tejedora. Para poder corroborar esta idea vamos a observar detenidamente Autobiografías Randeras, en donde cada una de las tejedoras del grupo Randeras, ha tejido un autorretrato como si hubiese escrito una biografía. La premisa para realizar aquellas piezas fue justamente esa, trabajar la pieza de encaje a la aguja, como si de un texto se tratase. De este modo, cada una desarrolló una Randa que expone las características que considera personales, en la que tejió su vida e historia. Los motivos, aumentos, tamaños de ojos, bordados y formas fueron cuidadosamente elegidos, dando como resultado composiciones que las identifican. De modo que cada pieza funciona como un autorretrato, cada una condensa la potencia de muchas vidas de mujeres: abuelas, bisabuelas, vecinas, hermanas y amigas. Podríamos preguntarnos ¿Cómo serían Claudia, Elba, Magui, Ely o Gaby si fueran Randas?, y la respuesta la encontraríamos observando cada una de estas piezas.

Estos textos-textiles dan cuenta de historias de vida, de formas de hacer, en definitiva, nos muestran una manera de vivir en comunidad y de cómo esta comunidad se sostiene gracias a un legado que se transmite de generación en generación. Esto queda claro en los testimonios escritos que acompañan cada pieza. Magui Ariza dice al respecto: Aprendí a tejer a los 9 años junto a mi abuela Juana Delgadina Núñez, quien me crió. Este tejido es lo que me recuerda a ella a pesar de ya no tenerla presente, es un orgullo heredar la Randa y seguir transmitiendo esta cultura, arte que para mi tiene un valor muy importante, y que además me fortalece seguir defendiendo mis raíces y llevar esta artesanía donde quiera que vaya. En este testimonio, como en mucho otros, aparecen las portadoras de la técnica, la relación con el contexto, la importancia de la transmisión y el deseo de continuidad que sigue vive cinco siglos después.

Autobiografías Randeras es la primera muestra del MUMORA. Con este proyecto ponemos en ejercicio la idea de que los museos son mucho más que edificios que contienen obras de arte o patrimonio material de un lugar o región. Los museos desbordan su condición física para conversar con sus públicos de múltiples maneras. Las personas se dirigen a los museos, ingresan a ellos, pero no sólo, ¿qué pasa cuándo el museo es el que se acerca a las personas? La historiografía del arte nos ha dado museos imaginarios como el de Malraux o portátiles como el de Duchamp, también efímeros y hasta virtuales, como es la modalidad más visitada hoy en día. En esta genealogía se inscribe MUMORA -Museo Móvil de la Randa-, que consiste en un dispositivo itinerante que lleva un patrimonio enraizado de un territorio, a otros públicos. Un museo nómada, móvil, transportable, que permite acercar a las Randeras y a la Randa a distintas personas y lugares. Visitando esta muestra podemos leer historias de vida en aquellas redes. Las Randeras han escrito-tejido hitos, nombres, deseos y memorias relativas a sus vidas y a las de su comunidad. Es por ello que aquí aquella frecuente analogía del texto y del textil se plantea como indiscernible, convirtiendo al texto, como sugiere Barthes en el epígrafe, en una realidad textil.